Queridos amigos peregrinos.
Es para mi un gran honor poder compartir mis vivencias vividas,
como fue la de ese domingo.
Recuerdo que hacia un día precio de octubre del 2010.
Cuando la cofradía de Baena estaba presente en el santuario para
rendir honores a nuestra madre.
Cuando llegue estaba la misa empezada, pero fui metiéndome poco a
poco entre los huecos de las personas.
Momento del Bautizo Peregrino de Rocio |
Me tuve que conformar, con quedarme a mitad de camino. Me acople a
un lado y me digne a escuchar la misa que estaban ofreciendo por todos los
enfermos.
Al terminar la eucaristía mi sorpresa fue cuando el padre Rafael
explico como se haría el besa mantos.
Pasaron unos minutos de todo aquello, y de repente la gente empezó
hacer palmas, a gritar ¡Viva la
Virgen de la
Cabeza! Y es que la morenita estaba bajando de su camarín
para ponerse casi en el suelo y estar cerca de todo peregrino que ese día se
acerco para darle las gracias, porque “ELLA” nos cuida, nos vigila, y se
desvive por todos nosotros.
Iba acercando a “ELLA”, y sin esperarlo, Carlos me hizo señas para
que me arrimara a él, y mira por donde, fui pasando, entre la multitud de
personas que habían cerquita de la Morenita. Hasta que llegue frente a “ELLA”, la
mire y le di las gracias. Y mis lágrimas corrían como locas por mi mejilla.
El
pulso acelerado y con ganas de abrazarla, de acariciar su cara y de tomar al
chocolatín vendito entre mis brazos para que su MADRE descansara un poquito.
Cuando recupere un poco la noción del tiempo, note una presión en
mi espalda, había muchas personas haciendo el cordón para protegerla, sin
esperarlo alguien me cogió del brazo, me apretó y me dijo: no te muevas,
quédate donde estas y no te sueltes.
Ah! Madre mía! Que me temblaba hasta el apellido, no sabia si
llorar, si reír, si que hacer, de nuevo estaba en el cordón para protegerla. Se
que “ELLA” me dio ese empujoncito para llegar , y poder ofrecerle mis brazos
para volver hacer el cordón con mis manos.
Más de tres horas, a su lado, cerquita, cerquita de ella.
Contemplando su belleza, su dulzura, la ternura de una madre que protege a sus
hijos, con su amor, con desvelo.
Desvelos que todo el año lleva consigo, siempre protegiéndonos con
su manto.
Desde estas letras quisiera dar las gracias a mi amigo Francisco,
por ser uno de los conductores, que me lleva a “ELLA”, hasta sus plantas.
VIVA LA VIRGEN
DE LA
CABEZA.
Rocio
Herenas Leiva
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